lunes, 1 de marzo de 2010

Occidente, tan racional

Qué bueno que --sólo por diversión o curiosidad--, algunos nos leemos las cartas, el tarot, el café y la mano. Qué bueno que, por no dejar, uno que otro se hace sus limpias, prende veladoras, velitas y velotas. Qué bueno que, tal vez, alguno haya pasado un incensario por casa, digo para borrar las mala vibras.

Qué bueno que, cada vez, hay más creyentes en la energía, esa evolución de la vibra, a términos más elegantones y creíbles. Ya sabemos, estamos seguros de que ciertas casas, cosas, o personas son portadoras, atraen o generan energía negativa. Algunos hemos ido más allá, y estamos seguros de que hay algunas fuerzas que vibran a unas frecuencias muuuy bajas, lo cual las vuelve muuuy malas.

Qué bueno que ya todos sabemos que el alma se desprende del cuerpo al momento de la muerte, y que no tarda en ir hacia esa cálida y maravillosa luz. Qué bueno que damos por sentado que aquellas almas que no han podido o se han rehusado a ir a la luz se quedan entre los dos mundos, y que hay que ayudarlos a irse.

Qué bueno que estamos seguros que hay gente capaz de ver, escuchar y hasta conversar con estos espíritus, y hasta con esos otros seres, de alta o baja vibración.

Qué bueno que nuestra razón ha permitido la creación de todo un culto a los ángeles, que conocemos perfectamente sus nombres y cómo nos ayudan. Que podemos comprar imágenes, estatuillas y estampitas de estos seres, que traen cada una su lluvia de bienes, en bonitas tiendas en colonias como la Roma.

Qué bueno que así, tan racionalmente, nuestro tan folclórico culto a los muertos evolucionó de los altares del 2 de noviembre a la creencia en una nueva santa en forma de calavera, que concede favores a cambio de cosas lindas como tu alma, y que te cobra las cosas con la vida.

Qué bueno que permitimos sin problema alguno que se anuncien “medicinas” y otros remedios maravillosos para adelgazar, tratar la hipertensión, la impotencia, la gastritis, y quién quita hasta el cáncer, todo eso sí bien “naturales”, extraídos de plantas que a estas alturas deben sembrarse por millones de hectáreas, para atender tanta demanda, como el ginseng. Qué bueno que no importe que para salir del paso todos esos medicamentos tienen permiso de existir como “complementos alimenticios”, pero que se pueda decir lo que sea de ellos en televisión, algunas veces apoyados por verdaderos doctores que, sabemos acuden felices a grabar infomerciales porque creen fervientemente en la verdad de este medicamento.

Qué bueno que nos parece absolutamente creíble y normal el uso de testimonios en estos infomerciales, como esa señora que adelgazó 20 kilos en un mes o ese señor que venció a un posible cáncer de próstata con uno de estos medicamentos naturales.

Qué bueno que igualmente creemos en los profundos fundamentos científicos de la física cuántica, que ahora sustenta esa especie de teoría de que si crees lo suficientemente en algo lo haces realidad, igualito que en los cuentos de Disney.

Qué bueno que interpretamos de manera fácil la programación neurolingüística y creemos que si nos “sentenciamos” alguna cosa buena todo el día, lo vamos a acabar obteniendo.

Qué bueno que estamos seguros que el horóscopo nos describe, nos limita y nos mueve, y que cualquier cosa que se diga al respecto en la radio, la televisión, los periódicos o las revistas es factible y tiene que estar conectada con nuestras vidas.

Qué bueno que creemos que si mandamos una copia de un correo electrónico a todos nuestros amigos obtendremos bendiciones y evitaremos grandes maleficios. Qué bueno que nos podemos pasar por Internet bellos rezos de algún origen remoto, digamos Hindú o budista y pasarnos la paz de forma conmovedora.

Qué bueno que decoramos nuestras casas según los rigores del feng shui, y mezclamos agua, con tierra, con aire, con fuego, para que la energía fluya como debe entre las paredes y no rebote y se salga de la casa.

Qué bueno que despreciamos los alimentos, granos y semillas transgénicos, porque son taaaan antinaturales, y taaaan peligrosos.

Qué bueno por todo esto, porque no somos como esos irracionales de medio oriente, que creen en cosas rarísimas. Qué bueno que nos sentimos superiores como occidentales, racionales, pensantes y liberalísimos. Hombre, a leguas se nota nuestra mejor civilización frente a esos supersticiosos, represores y violentos.

1 comentario:

  1. Mucho muy cierto, J. Hace años que los complementos se venden como medicinas, mientras las medicinas no se pueden mencionar por su nombre. "Pregúntele a su doctor, él nos conoce", dicen los de Cialis. Pero todo mundo sabe y en la farmacia te venden sin receta lo que pidas. Y si no sabes, le preguntas al farmacéutico (dizque), y juntos buscamos en el PLM vademecum, a ver que nos suena útil. Por eso las consultas en las farmacias Simi valen 20 pesos, lo que quieren es que le compres la medicina.
    ¿locura? No, claro que no. Lo que pasa es que si la gente tuviera que ir al doctor cada vez que se enferma, y conseguir una receta cada vez que se le acaba el tratamiento, no nos alcanzaría el dinero para las consultas y el IMSS y toda la estructura sanitaria sería colapsada.
    Yo por eso, le sigo apostando al te de manzanilla.

    ResponderEliminar