jueves, 22 de abril de 2010

En esta guerra no hay neutrales

No puede haber daños colaterales en la guerra contra el narcotráfico. Esta frase tiene dos significados diferentes, igualmente válidos:
1) Por supuesto que cada muerte de inocentes en la guerra contra el narcotráfico es inaceptable, condenable y debe perseguirse, con resultados especialmente concretos si el perpetrador es la autoridad. Por ejemplo, procesando a los soldados que acribillan familias en retenes.
2) El gobierno no debe permitirse el arrinconamiento por parte de los medios con respecto de que las muertes de inocentes, especialmente las perpetradas por el crimen organizado, deben llamarse daños colaterales. Por ejemplo, el asesinato de niños por parte de criminales en Durango, no es un daño colateral, es un daño contra la sociedad en su conjunto, incluyendo al gobierno.
Es decir, el gobierno mexicano no puede permitirse no contrarrestar la idea de que la sociedad civil es un testigo mudo o neutro en la guerra contra el narcotráfico. Ser neutro en una guerra contra el narcotráfico debe equipararse, en el terreno de las ideas, con la deslealtad al país.
El contexto en el que se inserta esta “guerra” es en el del terrorismo. El narcotráfico crecido a niveles de pestilencia en nuestra sociedad, iniciador y por años único protagonista de las matanzas de los últimos 10 años, debe ubicarse en su justo lugar: Como el antagonista en una guerra contra el país, llámese gobierno o sociedad civil.
Mientras más pronto esta idea sea aceptada por la sociedad, habrá menos voces absurdas pidiendo que el gobierno detenga una guerra que para principio de cuentas no comenzó, pero no puede darse el lujo de ignorar.

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